martes, 20 de enero de 2015

LUGARES DE LECTURA

Cuando, hace ya más de cinco años, esta librería era tan solo un embrión en la cabeza de su librera, un amigo desde Argentina me envió un mail sobre el oficio de librero, de librera, en el que me advertía:

“Un librero es casi un libro”, escribió en sus memorias el desaparecido Héctor Yánover, poeta, ex director de la Biblioteca Nacional y fundador de la Librería Norte. Argumentaba que se trata de un tipo de persona “que cuando descansa lee y cuando lee, lee catálogos de libros; cuando pasea, se detiene frente a las vidrieras de las otras librerías; cuando va a otra ciudad, otro país, visita libreros y editores”

Desde entonces cuando me enfrasco en los catálogos (todas las semanas de este bendito tiempo), cuando me descubro parada frente a otra librería, cuando el día de descanso semanal me siento en un sofá con un libro y le pido a mis hijos que me dejen leer tranquila, recuerdo a mi amigo Alejandro.

Es cansado esto de ser librera y es muy aburrido cuando la mesa se llena de facturas por ordenar, de libros por devolver, de pedidos para reclamar. Es apasionante esto de ser librera. Y es muy gratificante cuando la mesa se comparte con otras lectoras que cuentan, con amigas que nos descubren nuevos títulos, con catálogos que nos desatan la imaginación. Es íntimo cuando toca leer mezclando placer y oficio. Es desesperante cuando no se encuentra el tiempo necesario para una lectura detenida. Es soberbio cuando se halla el lugar para un nuevo libro.

De eso, de lugares y tiempos para los libros, va esta entrada dedicada a Alejandro Gelaz porque al fin la librera tiene dos sitios de lectura fijos: el tranvía y el fin de semana. Y de esos lugares, y de los libros que los ocupan irá esta nueva sección que hoy se inicia y que pronto se llenará de letras de tranvía y libros de fin de semana.

Mientras la librera que sigue teniendo el monstruo en su cabeza y cuida la librería ya nacida prepara la primera reseña en las vías solo resta desearles buenas lecturas y admitir que ser librera es apasionante.

¡Felices lecturas! Nos vemos en el tranvía.

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