lunes, 11 de marzo de 2013

CONTRA LAS CUERDAS

Durante mi adolescencia lectora consumí muchos títulos de lo que suele conocerse como "novela negra". Mi madre, lectora impenitente e inteligente, me inició en Agatha Christie para ofrecerme después a un Dashiell Hammett que me cautivó y a un Raymond Chandler que me subyugó. Leí en aquellos años jóvenes a Simenon y a nuestra querida Higsmith, a P.D. James, a Phillipe Kerr y a mi adorado Boris Vian. Y seguí con la vertiente española y conocí, también de la mano de mi madre, a Juan Madrid y al inolvidable Vázquez Montalbán. Y después paré.

He estado muchos años sin leer novela de la llamada negra. Y me perdí.

 Pero todo vuelve, y en la librería hay grandes libros de mujeres que cultivan ese género y, en consecuencia, volví. En los últimos tiempos me he adentrado en Anne Perry, he masticado a Camilla Lackberg, he vuelto a la Highsmith y he conocido a Patricia Cornwell. Y ahora, de nuevo, salto a la matria y me leo a Susana Hernández (si dedean accederán directamente a su página). Y les cuento:

Título: Contra las cuerdas
Autora: Susana Hernández
Género: Novela
Editorial: Al Revés
Año: 2012
Páginas: 284
Precio: 16,35€

(En las letritas de colores tienen enlaces)





Contra las cuerdas es una novela policíaca. Una buena novela policíaca con asesino -asesinos- en serie que actúan en Barcelona y la Costa Dorada.
Es una novela coprotagonizada por dos mujeres, subinspectoras de policía, distintas en edad, trayectoria laboral, opción sexual, gustos musicales... Dos mujeres que son compañeras, que son buenas profesionales, que son amigas, que son inteligentes, que son personajes creíbles y bien definidos: Rebeca Santana y Miriam Vázquez.
Es una novela de acción llena de entresijos que te mantienen en vilo, de diálogos bien hilvanados, de humor contundente, de descripciones certeras. Una novela que se lee de un tirón y se cierra con las ganas de que haya más. Una de esas novelas en que te parece ver rostros conocidos, en la que las buenas se tornan heroínas tan humanas como la vecina de enfrente, en la que los paisajes se hacen visibles.

La novela está dividida en dos partes y se inicia con un brevísimo capítulo introductorio que engancha e incita a una lectura inmediata. El principio coincide con la sexta víctima de una serie de violaciones con asesinato y, después, la acción da marcha atrás para iniciar la secuencia de violencia hasta volver, en la segunda parte, a la víctima presentada inicialmente. Es un inicio con forma de diálogo (telefónico) entre las dos subinspectoras que suscita de inmediato la curiosidad:



"...............................................
-¿Han encontrado a otra víctima- aventuró.
Vázquez carraspeó al fin con tanta fuerza que tuvo que lastimarse la garganta.
-Sí...- Hizo otra pausa infinita-. Pero no es una víctima culaquiera, Rabeca
-¿Qué quieres decir?
-La conoces
-¿Qué? ¿es alguien que conozco?- Las palabras se le pegaron al paladar.
-Sí, alguien a quien conoces mucho- explicó despacio.
-Me estás asustando, Miriam.
-Lo siento muchísimo...- La voz de Vázquez flaqueó.
Vázquez pronunció el nombre de la víctima número seis. Santana soltó el teléfono y vomitó en la alfombra. El viento volvió a abrir la ventana de par en par.
-¿Rebeca? Rebeca, ¿estás bien? Estoy muy cerca de tu casa. Por favor, no te muevas de ahí. ¿Me oyes? ¿Rebeca? ¿Rebeca?"

Fin de la conversación y del capítulo introductorio. Comienza la narración, en tercera persona, de los crímenes anteriores. Una narración precisa que mantiene la tensión en todo momento, salpicada de humor en muchas ocasiones, llena de diálogos magistrales:

"-¿Cuál es el viaje más largo que has hecho con la moto?- preguntó, silenciando la música.
-Hice un viaje a Estocolmo justo antes de ingresar en la academia.
-¿Con Claudia?
-Con Aina.
-Aina es la médico con cara de no haber roto un plato, ¿no? La que sale con la psiquiatra
-Exacto.
-¿Y cómo fue eso de iros a Estocolmo de rodríguez?
-Una especie de homenaje que nos dimos. Ella empezaba el MIR  y yo la academia. Fue un viaje increíble. Nos pasó de todo.
-¿Qué distancia hay de Barcelona a Estocolmo?
-Dos mil setecientos kilómetros y pico.
Vázquez silbó.
-Casi nada. Menudo paseo.
-Nos lo tomamos con calma.
-Os turnarías para conducir, me imagino.
-Ni en broma. Mi Harley solo la toco yo." (p. 79)

Y se llega al final, porque la novela se lee de un solo trago, bellísimo:

"Abril puso la banda sonora y las obsequió con una tormenta primaveral eléctrica y salvaje. La voz de Malena y las palabras de Tolstói se fundieron suavemente como el chocolate en el paladar. En el país de la nada, donde los truenos no alcanza, Aina seguía soñando con fresas, Virginia y una tarde de junio." (p. 286)

Y se cierra la novela. Las protagonistas se han convertido en mujeres que conocemos y apreciamos. La justicia ha triunfado (parcialmente, como en la vida) y la intriga deja una puerta abierta. Queda un sensación reconfortante como siempre que se termina un buen libro. Y las ganas de que pronto vuelvan nuestras amigas polis a contarnos un nuevo caso.
Quedan las ganas de seguir leyendo novela negra y la gratitud a la autora de esta entrega.
¡Gracias, Susana!






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