Título: No tan incendiario
Editorial: Periférica
Colección: Pequeños tratados, 15
Año: 2014
Viernes 28 de febrero
El cartero entra en la Librería con un sobre de la editorial Periférica. Le doy las gracias y espero a que se vaya para abrirlo. Lo hago con ansiedad pero despacio, sabiendo que su contenido me va a sorprender gratamente.
Dentro del sobre un pequeño libro de la colección Pequeños tratados (la misma en la que se publicó el Ahora, escribo de Lolita Bosch). Toco el libro con cuidado, leo la contraportada, lo huelo. Se titula No tan incendiario y su autora es Marta Sanz. Decido llevarlo a casa para leerlo el fin de semana.
Domingo 2 de marzo
Me despierto temprano a mi pesar. pongo el café al fuego y saco el libro de su bolsa. Todo lo que he leído de Marta Sanz me ha gustado. Me gustó su poesía en Perra mentirosa (mi primer acercamiento a la autora). Me encandiló el análisis de La polilla y la herrumbre de Cholmondeley que publicó en La tormenta en un vaso. Me hizo devota de sus letras cuando leí Daniela Astor y la caja negra (quienes tengan más de cuarenta años no deben perdérsela. Tampoco quienes tengan menos).
Me sirvo el café y empiezo a leer. La introducción me dibuja una sonrisa:
"Estos pensamientos -soflamas al margen de cualquier cautela- responden a la incertidumbre y a cierta sensación de malestar: a la imposibilidad de estar conforme. No son un discurso superpuesto que justifique mi trabajo como escritora. Incluso a veces estos escritos corrigen mi producción literaria. La ponen en tela de juicio. O quizá es al revés y mi producción literaria discute con mi discurso sobre la literatura." (p.8)
Subo los pies al sillón antes de sumergirme en el primero de los ocho capítulos en que se estructura el texto-collage. Lleva por título Una propuesta de abajo arriba y encontramos referencias a Balzac y a Mario Testino (primera visita a la enciclopedia, menos mal que la puse cerca), a Moro y a Huxley, a Javier Cercas y a José Luis Cuerda. Una cascada de preguntas inunda la página y, de pronto, las preguntas sobre las ingles en la película Amanece que no es poco. ¡Una genialidad!
Enciendo un cigarro. El segundo capítulo se titula Presupuestos para un debate. Dieciséis reflexiones con tres ilustraciones (textos ilustrativos, ejemplos). Leo y releo. Asiento como una colegiala asombrada ante una profesora docta. Anoto en la libreta:
"6. Quiero escuchar a los que tienen algo que decir porque lo han pensado dos veces. Porque han sudado tinta. Porque no basan su conocimiento en la maldad o la ocurrencia. Siento nostalgia del antiguo catedrático de griego y de la profesora que, en 1º de BUP, se ensuciaba la pechera de tiza dibujando un cuadro sinóptico -las llaves eran casi perfectas caligráficamente hablando-, de las escuelas presocráticas (...) Contradigo el buenrrollismo de Ignacio Sánchez-Cuenca que se felicita por la desaparición, propiciada por el acceso al dato en internet, de la ancentral especie de los eruditos." (pp.26-27)
"10. Toda la cultura encarna un posicionamiento ideológico." (p. 30)
"11. Las formas culturales con apariencia de neutralidad -formas blancas, formas ensimismadas en la cultura sacramental del arte por el arte, formas de primera comunión- son las que entrañan mayor peligro -si, peligro: existe una cultura de alambrada electrificada." (p.30)
"12. La cultura no es algo secundario ni se puede separar del trabajo político. La cultura popular no es lo mismo que la cultura basura." (p.31)
Dejo el libro sobre la mesa un instante. Respiro hondo, enciendo otro cigarro y me planteo dejar de anotar por el momento (si sigo así necesitaré más de una libreta). Me reacomodo en el sillón y me adentro en el trecer capítulo (Cultura de izquierda). En el sexto fragmento Marta Sanz hace un apunte tragicómico sobre el robo del lenguaje refiriéndose al uso que la cadena ultraderechista Intereconomía hace de la sintonía de Paco Ibáñez sobre un poema de Gabriel Celaya. Me cabreo. pienso en mi madre y en su amor por Celaya. Me alegro de que no pueda enterarse de esto.
Y sigo leyendo. El capítulo cuarto (Diagnóstico) me arranca varios oles (¿olés?) Qué inteligente me parece esta autora, qué certera, y qué valiente. La ilustración 9, dedicada a la lectura en 72 horas de la trilogía Millennium me despierta una risa alegre: no todo está perdido.
Me gusta leer. Leo y releo este texto No tan incendiario. A partir de la página cincuenta no me resisto y hago la lectura en voz alta: la comparto, la debato, anota cuidadosamente cada referencia, cada cita, cada película, cada poema.
Capítulo quinto: ¿Por qué hoy los artistas no militan? Capítulo sexto La novela hoy. Capítulo séptimo El espacio conflictivo del ensayo. Capítulo octavo Marx y la literatura (sí, Marx, aquel al que tanto y tantos leímos en otros tiempos. Y sí, la autora se atreve a nombrarlo en un título).
Termino el libro. Tengo ganas de salir a coger aire pero se acerca la hora de la comida. Enciendo la radio y me voy a la cocina. Mientras pico la verdura le pido a mi compañera que me relea algunos trozos: ¿qué decía de la literatura política? ¿puedes releerme las referencias a Belén Gopegui? ¿me lees otra vez la parte del ebook?
Después de comer salimos a pasear y seguimos hablando del libro. Quiero recomendarlo y no sé cómo hacerlo. Da para muchas conversaciones. Está hecho de inteligencia, de conocimiento y de vida. O tal vez, como dice la autora en la conclusión del prólogo:
"Es un poema. Este texto. Por eso, a menudo, rima y no está pensado para discutir." (p.8)
En cualquier caso, si les gusta leer, léanlo. Yo solo puedo agradecerle a Marta Sanz que lo haya escrito y a Periférica que lo haya publicado. ¡Es un broche de oro!
El cartero entra en la Librería con un sobre de la editorial Periférica. Le doy las gracias y espero a que se vaya para abrirlo. Lo hago con ansiedad pero despacio, sabiendo que su contenido me va a sorprender gratamente.
Dentro del sobre un pequeño libro de la colección Pequeños tratados (la misma en la que se publicó el Ahora, escribo de Lolita Bosch). Toco el libro con cuidado, leo la contraportada, lo huelo. Se titula No tan incendiario y su autora es Marta Sanz. Decido llevarlo a casa para leerlo el fin de semana.
Domingo 2 de marzo
Me despierto temprano a mi pesar. pongo el café al fuego y saco el libro de su bolsa. Todo lo que he leído de Marta Sanz me ha gustado. Me gustó su poesía en Perra mentirosa (mi primer acercamiento a la autora). Me encandiló el análisis de La polilla y la herrumbre de Cholmondeley que publicó en La tormenta en un vaso. Me hizo devota de sus letras cuando leí Daniela Astor y la caja negra (quienes tengan más de cuarenta años no deben perdérsela. Tampoco quienes tengan menos).
Me sirvo el café y empiezo a leer. La introducción me dibuja una sonrisa:
"Estos pensamientos -soflamas al margen de cualquier cautela- responden a la incertidumbre y a cierta sensación de malestar: a la imposibilidad de estar conforme. No son un discurso superpuesto que justifique mi trabajo como escritora. Incluso a veces estos escritos corrigen mi producción literaria. La ponen en tela de juicio. O quizá es al revés y mi producción literaria discute con mi discurso sobre la literatura." (p.8)
Subo los pies al sillón antes de sumergirme en el primero de los ocho capítulos en que se estructura el texto-collage. Lleva por título Una propuesta de abajo arriba y encontramos referencias a Balzac y a Mario Testino (primera visita a la enciclopedia, menos mal que la puse cerca), a Moro y a Huxley, a Javier Cercas y a José Luis Cuerda. Una cascada de preguntas inunda la página y, de pronto, las preguntas sobre las ingles en la película Amanece que no es poco. ¡Una genialidad!
Enciendo un cigarro. El segundo capítulo se titula Presupuestos para un debate. Dieciséis reflexiones con tres ilustraciones (textos ilustrativos, ejemplos). Leo y releo. Asiento como una colegiala asombrada ante una profesora docta. Anoto en la libreta:
"6. Quiero escuchar a los que tienen algo que decir porque lo han pensado dos veces. Porque han sudado tinta. Porque no basan su conocimiento en la maldad o la ocurrencia. Siento nostalgia del antiguo catedrático de griego y de la profesora que, en 1º de BUP, se ensuciaba la pechera de tiza dibujando un cuadro sinóptico -las llaves eran casi perfectas caligráficamente hablando-, de las escuelas presocráticas (...) Contradigo el buenrrollismo de Ignacio Sánchez-Cuenca que se felicita por la desaparición, propiciada por el acceso al dato en internet, de la ancentral especie de los eruditos." (pp.26-27)
"10. Toda la cultura encarna un posicionamiento ideológico." (p. 30)
"11. Las formas culturales con apariencia de neutralidad -formas blancas, formas ensimismadas en la cultura sacramental del arte por el arte, formas de primera comunión- son las que entrañan mayor peligro -si, peligro: existe una cultura de alambrada electrificada." (p.30)
"12. La cultura no es algo secundario ni se puede separar del trabajo político. La cultura popular no es lo mismo que la cultura basura." (p.31)
Dejo el libro sobre la mesa un instante. Respiro hondo, enciendo otro cigarro y me planteo dejar de anotar por el momento (si sigo así necesitaré más de una libreta). Me reacomodo en el sillón y me adentro en el trecer capítulo (Cultura de izquierda). En el sexto fragmento Marta Sanz hace un apunte tragicómico sobre el robo del lenguaje refiriéndose al uso que la cadena ultraderechista Intereconomía hace de la sintonía de Paco Ibáñez sobre un poema de Gabriel Celaya. Me cabreo. pienso en mi madre y en su amor por Celaya. Me alegro de que no pueda enterarse de esto.
Y sigo leyendo. El capítulo cuarto (Diagnóstico) me arranca varios oles (¿olés?) Qué inteligente me parece esta autora, qué certera, y qué valiente. La ilustración 9, dedicada a la lectura en 72 horas de la trilogía Millennium me despierta una risa alegre: no todo está perdido.
Me gusta leer. Leo y releo este texto No tan incendiario. A partir de la página cincuenta no me resisto y hago la lectura en voz alta: la comparto, la debato, anota cuidadosamente cada referencia, cada cita, cada película, cada poema.
Capítulo quinto: ¿Por qué hoy los artistas no militan? Capítulo sexto La novela hoy. Capítulo séptimo El espacio conflictivo del ensayo. Capítulo octavo Marx y la literatura (sí, Marx, aquel al que tanto y tantos leímos en otros tiempos. Y sí, la autora se atreve a nombrarlo en un título).
Termino el libro. Tengo ganas de salir a coger aire pero se acerca la hora de la comida. Enciendo la radio y me voy a la cocina. Mientras pico la verdura le pido a mi compañera que me relea algunos trozos: ¿qué decía de la literatura política? ¿puedes releerme las referencias a Belén Gopegui? ¿me lees otra vez la parte del ebook?
Después de comer salimos a pasear y seguimos hablando del libro. Quiero recomendarlo y no sé cómo hacerlo. Da para muchas conversaciones. Está hecho de inteligencia, de conocimiento y de vida. O tal vez, como dice la autora en la conclusión del prólogo:
"Es un poema. Este texto. Por eso, a menudo, rima y no está pensado para discutir." (p.8)
En cualquier caso, si les gusta leer, léanlo. Yo solo puedo agradecerle a Marta Sanz que lo haya escrito y a Periférica que lo haya publicado. ¡Es un broche de oro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario